GOETHE RECONOCIÓ LA GRANDEZA DE BEETHOVEN

 

Después del encuentro de Beethoven y Goethe en Teplitz en 1812, Goethe mencionó en contadas ocasiones a Beethoven.

Aunque las veces que Beethoven le escribió a Goethe no recibió respuesta, y haberse referido en muy pocas ocasiones a Beethoven, algunas veces rompiendo su mutismo no pudo dejar de reconocer la grandeza de las Obras de Beethoven, como consta en una de las cartas del Pianista Félix Mendelssohn, escrita en: "Weimar, May 25th, 1830".

En "The Theosophical Path" ("Vol. XXXI, # 6 December 1926, páginas 586-587), se relata un encuentro que un estudiante llamado Rudolf von Beyer tuvo con Goethe, durante el cual Goethe, después de escucharle cantar "el aria 'Mi alma está sacudida' del oratorio Cristo en el Monte de los Olivos" de Luis van Beethoven, exclamando, dice:

“¡Muy bien! ¡Beethoven nos dará siempre un deleite especial!" (Goethe).

Este relato fue publicado en Inglés en el mes de diciembre 1926 en "The Theosophical Path" ("Vol. XXXI, No, 6"), y de cuya fuente ha sido realizada la presente traducción al Español por Apreciados Amigos Hermanos y Hermanas de nuestra querida Comunidad, la cual publicamos, así como todas nuestras publicaciones, en forma completamente gratuita, altruista, sin ningún fin lucrativo.

"UN ENCUENTRO CON GOETHE"

"ESTUDIANTE"

"El Manchester Guardian Weekly (Inglaterra) está publicando una serie de extractos de los centenarios, y hasta el momento inéditos, diarios de Rudolf von Beyer. El siguiente relato, en la edición del 23 de Julio, de un encuentro de von Beyer con Goethe anciano - teniendo en ese entonces von Beyer diecisiete años, - es de un interés inusual, y particularmente para los lectores de THE THEOSOPHICAL PATH por las palabras de Goethe sobre la música y la armonía de la vida interior como la expresión de “lo divinal en el hombre”:

"El deseo de von Beyer de encontrar Goethe personalmente estaba para cumplirse pronto. Esto aconteció en aquel memorable Miércoles, 5 de Abril 1820. Von Beyer tenía solo diecisiete años. “Desde la mañana temprano,” escribe, “estuve jugueteando en los bosques y en los campos.” Regresó a Berka un poco antes del mediodía:"

"La antigua y pintoresca casa estaba muy silenciosa. En algún lugar un reloj de cucú sonó las doce horas. Algo me atrajo hacia la sala de música. Quizás nunca volvería a verla nuevamente."

"Puse mi mano sobre el picaporte. Alguien estaba tocando en el interior. Titubeé, y luego abrí la puerta."

"Schütz estaba tocando una de las fugas de Bach. A su lado cerca del piano estaba sentado un grande y majestuoso hombre, ligeramente inclinado hacia adelante, completamente absorto en la música."

"Me quedé parado en el umbral de la puerta, no atreviéndome a entrar en la sala. Tampoco me podía marchar, pues la música me atrapaba."

"La fuga terminó. Schütz se percató de mi presencia. Mas el anciano gentilhombre cerca del piano se quedó sentado absorto e inmóvil."

"Schütz me presentó a él: “Uno de los alumnos de Zelter desde Berlín.”

"El singular gentilhombre pareció despertarse de un sueño musical. La mención del nombre de Zelter pareció suscitar su vivo interés. Me miró con ojos penetrantes pero infinitamente bondadosos – ojos como los de 'Boöpis Atenea.'* Su largo abrigo color marrón, que tocaba el suelo cuando estaba sentado, reforzaba su apariencia venerable."
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*Von Beyer estaba sin duda pensando en el epíteto Homérico 'Boöpis Hera' – Hera 'de grandes ojos' (originariamente 'de cara de vaca'), que fue esposa y hermana de Zeus. "

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"UN ENCUENTRO CON GOETHE "

"Von Beyer fue invitado a cantar. Cantó el coro 'El trueno retumba' del Sansón de Händel."

"El anciano gentilhombre apoyó su brazo izquierdo sobre el piano. Su pies estaban cruzados. Marcaba el tiempo con un suave golpeteo del dedo índice de su mano izquierda. Luego paró y se quedó sentado inmóvil. Las profundidades de la música de Händel parecían inundarlo."

"La siguiente canción de Von Beyer fue el aria 'Mi alma está sacudida' del oratorio Cristo en el Monte de los Olivos."

“Estuve estudiando Beethoven solamente durante poco tiempo,” escribe, “y vacilé antes de empezar a cantar."

“Cuando terminé el anciano gentilhombre dijo: '¡Muy bien! ¡Beethoven nos dará siempre un deleite especial!' ”

"A continuación von Beyer cantó el aria de Graun 'Canta el Divino Profeta.' "

“Solo cuando estaba cantando la última parte, '¡Alma, sea Dios tu canto!' supe quién era el que estaba sentado frente a mí.” Era Goethe."

"GOETHE SOBRE 'LO DIVINAL EN EL HOMBRE' "

"La luz del sol iluminó su rostro. Una voz potente y sonora repitió lenta y significativamente las palabras: '¡Alma, sea Dios tu canto!' "

"Por un tiempo se hizo silencio en la sala."

"Luego Goethe empezó a hablar:"

“Hay algo en nosotros,” dijo, “que lucha hacia arriba. La música toca lo universalmente humano en nuestras naturalezas.... La resurrección del espíritu será entendida más fácilmente si dominamos los principios fundamentales.... Salir de la cáscara que nos rodea y estar en comunión con superiores inteligencias es la más deseable de todas las cosas, y eso se puede conseguir con la música. La 'divinidad en el hombre' (das Gottmenschliche) es la razón última de todo, y lo divinal se expresa en toda manifestación superior del arte. Lo finito es un atributo de lo divino. Dios es la causa immanens, y las cosas del cuerpo y del alma son idénticas, solamente desde diferentes puntos de vista. Así lo divino se hace manifiesto una y otra vez, y talvez no es de extrañar que pueda estar tan cerca de nosotros. Sí, cada vez me doy más cuenta: la eterna, fundamental armonía de nuestra vida interior es la Divinidad en persona.”

"Schütz pareció estar un poco desconcertado por estas palabras. Por lo menos, von Beyer escribe que 'su cara reflejaba una cierta sorpresa, si no perplejidad.' Goethe fue influenciado por las ideas de Spinoza, y von Beyer dedujo que Schütz no estaba familiarizado con ellas."

"No era así para von Beyer mismo. Él lo comprendió todo y 'bendijo la memoria' de su anciano director, 'el respetable Snethlade,' quien le había dado 'una base en filosofía' antes de dejar la escuela, y 'del excelente teólogo Killmer', quien lo había introducido a Spinoza: '¡Cuánto les debo a los gloriosos profesores de mi juventud!' "

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Luis Bernardo Palacio Acosta
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