LA RESURRECCIÓN
                                          
                                          DE 
                                          NUESTRO SEÑOR JESÚS EL CRISTO
                                        
                                        Damos
                                          Fe y Testimonios Fieles y
                                          Verdaderos de que nuestro
                                          Señor Jesús el Cristo, es el
                                          Hijo Unigénito del Padre
                                          Celestial Absoluto, el Hijo
                                          del Dios Viviente, el Hijo Muy
                                          Amado del Padre, el Cristo
                                          Vivo y Resurrecto, el Adorable
                                          Salvador del Mundo.
                                        
                                          "Y en
                                            vuestra ley está escrito que
                                            el testimonio de dos hombres
                                            es verdadero."
                                          "Yo
                                              soy el que doy testimonio
                                              de mí mismo: y da
                                              testimonio de mí el que me
                                              envió, el Padre." 
                                              (Juan 8: 17-18). 
                                          "Pues
                                                yo he de morir,
                                                descender a los
                                                infiernos y al tercer
                                                día resucitar de entre
                                                los muertos, pues
                                              el Padre me ha dado vida
                                              para que tenga vida en mí
                                              mismo y en virtud
                                                de esa vida del Padre
                                                todo ha de ascender
                                                conmigo como es
                                              menester que todo ascienda
                                              hacia la plenitud de
                                              Dios". (De la Obra
                                                "El Vuelo de la
                                                Serpiente Emplumada" que
                                                contiene  El Evangelio
                                                del Apóstol Judas de
                                                Kariot).
                                          
                                        
                                        Testimonios que
                                          dan FE
                                          de que nuestro Señor 
                                          JESÚS EL CRISTO 
                                          ES EL CRISTO VIVO 
                                          Y RESURRECTO
                                        
                                        En
                                          los Escritos de la Sagrada
                                          Gnosis del Cristianismo
                                          Primitivo, hay muchos
                                          Testimonios Verdaderos, que
                                          dan FE, de que nuestro Señor
                                          Jesús el Cristo Resucitó con
                                          su mismo Cuerpo Físico,
                                          después de haber sido
                                          crucificado, muerto y
                                          sepultado.
                                        
                                          “Y
                                              por lo que se refiere a
                                              nuestra FE, en efecto,
                                              hemos conocido al Hijo del
                                              Hombre y hemos creído
                                              [hemos tenido Fe] que ÉL
                                              resucitó de entre los
                                              muertos. Y de ÉL es del
                                              que decimos: “ÉL se
                                              convirtió en la
                                              destrucción de la muerte”;
                                              por consiguiente, es
                                              grande Aquel en quien se
                                              cree [se tiene Fe].
                                              Grandes son los que creen
                                              [tienen Fe].”
                                              (“Tratado sobre la
                                              Resurrección”, Texto del
                                              Cristianismo Gnóstico
                                              Primitivo de los Gnósticos
                                              Valentinianos).
                                          "Jesús,
                                              después de la
                                              Resurrección, confió la
                                              Gnosis primeramente a
                                              Santiago el Justo, a Pedro
                                              y a Juan; éstos a su vez
                                              la transmitieron al resto
                                              de los Doce (Apóstoles), y
                                              los Doce a los Setenta,
                                              uno de los cuales era
                                              Bernabé." ("Hypotyposeis",
                                              Libro VII, de Clemente de
                                              Alejandría, citado por
                                              "Eusebio de Cesarea",
                                              "Historia Eclesiástica",
                                              "Libro 2".) 
                                        
                                        - I -
                                          "EL CRISTO VIVO"
                                        Transcribamos
                                          el Hermosísimo Testimonio que
                                          un soldado en la “Gran
                                          Guerra”, da de su encuentro
                                          físico, real, verdadero, con
                                          nuestro Señor Jesús el Cristo
                                          Vivo y Resurrecto, citado por
                                          el escritor Don Mario Roso de
                                          Luna en su obra “El Libro
                                            que Mata a la Muerte o Libro
                                            de los Jinas", citado
                                          también por nuestro Venerable
                                          y Amado Maestro Samael Aun
                                          Weor en Su Sagrada y Grandiosa
                                          Obra "El Mensaje de Acuario" y
                                          de cuya Sublime Obra tomamos
                                          estos Testimonios:
                                        
                                          "Aunque
                                            parezca increíble, el
                                            Adorable Salvador del mundo,
                                            estuvo trabajando como
                                            enfermero en los campos de
                                            batalla, durante la primera
                                            y segunda guerra mundial."
                                            
                                            "Vamos a transcribir el
                                            conmovedor relato de Don
                                            Mario Roso de Luna, el
                                            insigne escritor teosófico.
                                            Este relato lo encontramos
                                            en el libro "Que mata a la
                                            muerte", o libro "De los
                                            Jinas", obra formidable de
                                            Don Mario. Veamos:"
                                            
                                            "Extrañas narraciones
                                            llegaban a nosotros en las
                                            trincheras. A lo largo de la
                                            línea de trescientas millas
                                            que hay desde Suiza hasta el
                                            mar, corrían ciertos
                                            rumores, cuyo origen y
                                            veracidad ignorábamos
                                            nosotros. Iban y venían con
                                            rapidez, y recuerdo el
                                            momento en que mi compañero
                                            Jorge Casay, dirigiéndome
                                            una mirada extraña con sus
                                            ojos azules, me preguntó si
                                            yo había visto al amigo de
                                            los heridos, y entonces me
                                            refirió lo que sabía
                                            respecto al particular. Me
                                            dijo que, después de muchos
                                            violentos combates, se había
                                            visto un hombre vestido de
                                            blanco inclinándose sobre
                                            los heridos. Las balas lo
                                            cercaban, las granadas caían
                                            a su alrededor, pero nada
                                            tenía poder para tocarle. Él
                                            era un héroe superior a
                                            todos los héroes, o algo más
                                            grande todavía. Este
                                            misterioso personaje, a
                                            quien los franceses llaman
                                            "el camarada vestido de
                                            blanco", parecía estar en
                                            todas partes a la vez: en
                                            Nancy, en la, Argona, en
                                            Soissons, en Iprés; en
                                            dondequiera, que hubiese
                                            hombres hablando de él con
                                            voz apagada. Algunos, sin
                                            embargo, sonreían diciendo
                                            que las trincheras hacían
                                            efecto en los nervios de los
                                            hombres. Yo, que con
                                            frecuencia era descuidado en
                                            mi conversación, exclamaba
                                            que para creer tenía que
                                            ver, y que necesitaba la
                                            ayuda de un cuchillo
                                            germánico que me hiciera,
                                            caer en tierra, herido. Al
                                            día siguiente los
                                            acontecimientos se
                                            sucedieron con gran viveza
                                            en este pedazo del frente.
                                            Nuestros grandes cañones
                                            rugieron desde el amanecer
                                            hasta la noche, y comenzaron
                                            de nuevo a la mañana. Al
                                            medio día recibimos orden de
                                            tomar las trincheras de
                                            nuestro frente. Estas se
                                            hallaban a doscientas yardas
                                            de nosotros y no bien
                                            habíamos partido,
                                            comprendimos que nuestros
                                            gruesos cañones habían
                                            fallado en la preparación.
                                            Se necesitaba un corazón de
                                            acero para marchar adelante
                                            pero ningún hombre vaciló.
                                            Habíamos avanzado ciento
                                            cincuenta yardas cuando
                                            comprendimos que íbamos mal.
                                            Nuestro capitán nos ordenó
                                            ponernos a cubierto,
                                            entonces precisamente fui
                                            herido en ambas piernas. Por
                                            misericordia divina caí
                                            dentro de un hoyo. Supongo
                                            que me desvanecí, porque
                                            cuando abrí los ojos me
                                            encontré solo. Mi dolor era
                                            horrible; pero no me atrevía
                                            a moverme porque los
                                            alemanes no me viesen, pues
                                            estaba a cincuenta yardas de
                                            distancia, y no esperaba a
                                            que se apiadasen de mí.
                                            Sentí alegría cuando comenzó
                                            a anochecer. Había junto a
                                            mí algunos hombres que se
                                            habrían considerado en
                                            peligro en la oscuridad, si
                                            hubiesen pensado que un
                                            camarada estaba vivo
                                            todavía. Cayó la noche, y
                                            bien pronto oí unas pisadas
                                            no furtivas, sino firmes y
                                            reposadas, como si ni la
                                            oscuridad ni la muerte
                                            pudiesen alterar el sosiego
                                            de aquellos pies. Tan lejos
                                            estaba yo de sospechar quién
                                            fuese el que se acercaba,
                                            que aunque percibí la
                                            claridad de los blancos en
                                            la oscuridad, me figuré que
                                            era, algún labriego en
                                            camisa, y hasta se me
                                            ocurrió si sería una mujer
                                            demente. Mas de improviso,
                                            con un ligero
                                            estremecimiento, que no sé
                                            si fue de alegría o de
                                            terror, caí en la cuenta que
                                            se trataba del "camarada
                                            vestido de blanco", y en
                                            aquel mismo instante los
                                            fusiles alemanes comenzaron
                                            a disparar. Las balas podían
                                            apenas errar tal blanco,
                                            pues él levantó sus brazos
                                            como en súplica, y luego los
                                            retrajo, permaneciendo al
                                            modo de una de esas cruces
                                            que tan frecuentemente se
                                            ven en las orillas de los
                                            caminos de Francia. Entonces
                                            habló; sus palabras parecían
                                            familiares; pero todo lo que
                                            yo recuerdo fue el
                                            principio: "Sí, tú has
                                            conocido"... Y el fin: "Pero
                                            ahora ellos están ocultos a
                                            tus ojos"... 
                                          "Entonces se
                                            inclinó, me cogió en sus
                                            brazos (a, mí que soy el
                                            hombre más corpulento de mi
                                            Regimiento), y me transportó
                                            como a un niño. Supongo que
                                            me quedé dormido, porque
                                            cuando desperté, este
                                            sentimiento se había
                                            disipado. Yo era un hombre y
                                            deseaba saber lo que podía
                                            hacer por mi amigo para
                                            ayudarle y servirle. Él
                                            estaba mirando hacia el
                                            arroyo, y sus manos estaban
                                            juntas, como si orase; y
                                            entonces vi que él también
                                            estaba herido. Creí ver como
                                            una herida desgarrada en su
                                            mano, y conforme oraba, se
                                            formó una gota de sangre que
                                            cayó a tierra. Lancé un
                                            grito sin poderlo remediar,
                                            porque aquella herida me
                                            pareció más horrorosa que
                                            las que yo había visto en
                                            esta amarga guerra."
                                          "Estáis
                                            herido también (dije con
                                            timidez) Quizá me oyó, quizá
                                            lo adivinó en mi semblante;
                                            Pero contestó gentilmente:
                                            Esa es una antigua herida,
                                            pero me ha molestado hace
                                            poco". Y entonces noté con
                                            pena que la misma cruel
                                            marca aparecía en su pie. Os
                                            causará admiración el que yo
                                            no hubiese caído antes en la
                                            cuenta; yo mismo me admiré.
                                            Pero tan sólo cuando yo vi
                                            su pie, le conocí: "EL
                                            CRISTO VIVO". Yo se lo había
                                            oído decir al Capellán unas
                                            semanas antes pero ahora
                                            comprendí que él había
                                            venido hacia mí (hacia mí,
                                            que le había distanciado de
                                            mi vida en la ardiente
                                            fiebre de mi juventud) Yo
                                            ansiaba hablarle y darle las
                                            gracias; pero me faltaban
                                            las palabras. Y entonces él
                                            se levantó y me dijo:
                                            "Quédate aquí hoy junto al
                                            agua; yo vendré por ti
                                            mañana; tengo alguna labor
                                            para que hagas por mí". En
                                            un momento se marchó; y
                                            mientras lo espero, escribo
                                            esto para no perder la
                                            memoria de ello. Me siento
                                            débil y solo, y mi dolor
                                            aumenta; pero tengo su
                                            promesa; yo sé que él ha de
                                            venir mañana por mí"."
                                            
                                            "Hasta aquí el relato de un
                                            soldado, trascrito por Don
                                            Mario Roso de Luna en el
                                            libro "Que mata a la
                                            muerte". Este hecho concreto
                                            está demostrando hasta la
                                            saciedad que Jesús vive
                                            todavía con el mismo cuerpo
                                            físico que usó en la Tierra
                                            Santa." (De la
                                              "Introducción" "Enseñanzas
                                              secretas del Divino Rabí
                                              de Galilea", de "El
                                              Mensaje de Acuario" por
                                              nuestro Venerable y Amado
                                              Maestro Samael Aun Weor).
                                        
                                        (Nota: Don
                                          Mario Roso de Luna explica en
                                          su libro citado, que de este
                                          relato se hizo referencia en
                                          "la revista escocesa "Vida
                                            y Obras".)
                                        ***
                                        Damos
                                          FE y Testimonio Verdadero de
                                          que nuestro Señor Jesús el
                                          Cristo es El Cristo Vivo y
                                          Resurrecto y que conserva su
                                          mismo Cuerpo Físico con el
                                          cual Resucitó de entre los
                                          Muertos. 
                                        Todo Maestro
                                          Resurrecto es un “Mutante” y
                                          puede Vivir con su Cuerpo
                                          Físico Resurrecto en la Cuarta
                                          Dimensión o Mundo de los
                                          Jinas, y hacerse visible
                                          físicamente en cualquier lugar
                                          del Planeta, asumiendo a
                                          Voluntad la forma física que
                                          quiera, como la de un Niño,
                                          por ejemplo… Así nos lo Enseña
                                          La Sagrada Gnosis del Cristo,
                                          como consta en las Enseñanzas
                                          Gnósticas de nuestro
                                            Venerable y Amado Maestro
                                            Samael Aun Weor (el
                                          Quinto Ángel del Apocalipsis,
                                          el Verdadero Avatara de
                                          Acuario y el Verdadero Cristo
                                          Rojo de Acuario), de nuestro
                                          Venerable y Amado Maestro
                                          Rabolú (el Profeta Elías
                                          Reencarnado, el Primer Testigo
                                          del Apocalipsis), y del
                                          Venerable Maestro Thoth-Moisés
                                          (el Profeta Moisés
                                          Reencarnado, el Segundo
                                          Testigo del Apocalipsis). 
                                        De niño,
                                          cuando tenía entre dos y tres
                                          años de edad, se me
                                          materializó físicamente
                                          nuestro Señor Jesús el Cristo
                                          como un Niño a quien Reconocí
                                          como nuestro Señor Jesús el
                                          Cristo,  y Lo llamé por
                                          tres veces con las palabras: “¡Niño
                                            Jesús!” Esta
                                          experiencia no fue un sueño,
                                          sino un hecho real que me
                                          sucedió aquí en el mundo
                                          físico tridimensional…
                                        Damos FE y
                                          Testimonios de que nuestro
                                          Señor JESÚS EL CRISTO es EL
                                          CRISTO VIVO Y RESURRECTO, y el
                                          Hijo Unigénito del Padre
                                          Celestial Absoluto, CON SU
                                          MISMO CUERPO FÍSICO CON EL
                                          CUAL RESUCITÓ AL TERCER DÍA DE
                                          ENTRE LOS MUERTOS.
                                        Muchas veces
                                          me he vuelto a encontrar con
                                          nuestro Señor Jesús el Cristo
                                          Vivo y Resurrecto, y de lo
                                          cual hemos dado antes
                                          Testimonios, como dijera el
                                          Apóstol Pablo de Tarso:
                                        
                                          "CIERTO no
                                            me es conveniente gloriarme;
                                            mas vendré á las visiones y
                                            á las revelaciones del
                                            Señor."
                                            
                                            "Conozco á un hombre en
                                            Cristo, que hace catorce
                                            años (si en el cuerpo, no lo
                                            sé; si fuera del cuerpo, no
                                            lo sé: Dios lo sabe) fué
                                            arrebatado hasta el tercer
                                            cielo."
                                            
                                            "Y conozco tal hombre, (si
                                            en el cuerpo, ó fuera del
                                            cuerpo, no lo sé: Dios lo
                                            sabe,)"
                                            
                                            "Que fué arrebatado al
                                            paraíso, donde oyó palabras
                                            secretas que el hombre no
                                            puede decir."
                                            
                                            "De este tal me gloriaré,
                                            mas de mí mismo nada me
                                            gloriaré, sino en mis
                                            flaquezas." (2
                                              Corintios, 12: 1-5). 
                                        
                                        *** 
                                        
                                          "Yo
                                              sé que mi Redentor vive, Y
                                              al fin se levantará sobre
                                              el polvo: Y después de
                                              deshecha esta mi piel, Aun
                                              he de ver en mi carne á
                                              Dios;  Al cual
                                            yo tengo de ver por mí, Y
                                            mis ojos lo verán, y no
                                            otro, Aunque mis riñones se
                                            consuman dentro de mí." (Job,
                                              19: 26-27).
                                          *** 
                                          "Y DESPUÉS
                                            de seis días, Jesús toma á
                                            Pedro, y á Jacobo, y á Juan
                                            su hermano, y los lleva
                                            aparte á un monte alto:
                                          Y se
                                            transfiguró delante de
                                            ellos; y resplandeció su
                                            rostro como el sol, y sus
                                            vestidos fueron blancos como
                                            la luz.
                                          Y he aquí
                                            les aparecieron Moisés y
                                            Elías, hablando con Él.
                                          Y
                                            respondiendo Pedro, dijo á
                                            Jesús: Señor, bien es que
                                            nos quedemos aquí: si
                                            quieres, hagamos aquí tres
                                            pabellones: para ti uno, y
                                            para Moisés otro, y otro
                                            para Elías.
                                          Y estando
                                            aún Él hablando, he aquí una
                                            nube de luz que los cubrió;
                                            y he aquí una voz de la
                                            nube, que dijo: Este es mi
                                            Hijo amado, en el cual tomo
                                            contentamiento: á él oíd.
                                          Y oyendo
                                            esto los discípulos, cayeron
                                            sobre sus rostros, y
                                            temieron en gran manera.
                                          Entonces
                                            Jesús llegando, los tocó, y
                                            dijo: Levantaos, y no
                                            temáis.
                                          Y alzando
                                            ellos sus ojos, á nadie
                                            vieron, sino á solo Jesús.”
                                            (Mateo 17: 1-8).
                                        
                                        - II --
                                          Los Saduceos Niegan la
                                          Resurrección 
                                        
                                          “Aquel
                                              día llegaron á él los
                                              Saduceos, que dicen no
                                              haber resurrección, …” (Mateo
                                                22: 23).
                                          “Y
                                              llegándose unos de los
                                              Saduceos, los cuales
                                              niegan haber resurrección,
                                              …” (Lucas 20: 27)
                                          
                                        
                                        ***
                                        
                                        En
                                          El Talmud de Babilonia hay una
                                          amonestación dirigida a los
                                          que niegan La Resurrección,
                                          donde dice:
                                        
                                          “Aquí está
                                            una refutación a los
                                            que nieguen que la
                                            resurrección está enseñada
                                            en la Toráh.” (Talmud
                                              de Babilonia - Mas.
                                              Berachoth 15b  (12)
                                              V. Sanhedrin. 92a.) 
                                        
                                        - III -
                                          Nuestro Señor Jesús El Cristo
                                          es El Profeta Prometido por
                                          Dios a Moisés "igual que Dios"
                                        NUESTRO
                                          SEÑOR (ADONAY) JESÚS EL CRISTO
                                          VIVO es el Hijo Unigénito del
                                          Padre Celestial Absoluto.
                                        Nuestro Señor
                                          (ADONAY) JESÚS EL CRISTO es el
                                          Profeta “igual que” Dios
                                          prometido por DIOS a Moisés,
                                          como está escrito en el Libro
                                          del “Deuteronomio”:
                                        
                                          “Profeta de
                                            en medio de ti, de entre tus
                                            hermanos, IGUAL QUE YO te
                                            hará surgir ADONAY tu Dios,
                                            a ÉL deberéis escuchar.” (Deuteronomio,
                                              18: 15).
                                        
                                        ¡NUESTRO SEÑOR
                                          JESUS EL CRISTO FUE
                                          CRUCIFICADO, MUERTO Y
                                          SEPULTADO, DESCENDIO A LOS
                                          INFIERNOS Y AL TERCER DIA
                                          RESUCITO CON SU MISMO CUERPO
                                          FÍSICO DE ENTRE LOS MUERTOS! 
                                        *** 
                                        
                                          "A este
                                            Jesús resucitó Dios, de lo
                                            cual todos nosotros somos
                                            testigos" (Hechos 2:
                                              33)
                                        
                                        *** 
                                        
                                          "Porque
                                              si creemos que Jesús murió
                                              y resucitó, así también
                                              traerá Dios con Él á los
                                              que durmieron en Jesús." (1
                                                Tesalonicenses, 4:
                                                14-18).
                                                
                                            
                                          "Mas como
                                            Jesús resucitó por la
                                            mañana, el primer día de la
                                            semana, apareció
                                            primeramente á María
                                            Magdalena, de la cual había
                                            echado siete demonios.
                                          Yendo ella,
                                            lo hizo saber á los que
                                            habían estado con Él, que
                                            estaban tristes y llorando.
                                          Y ellos como
                                            oyeron que vivía, y que
                                            había sido visto de ella, no
                                            lo creyeron.
                                          Mas después
                                            apareció en otra forma á dos
                                            de ellos que iban caminando,
                                            yendo al campo.
                                          Y ellos
                                            fueron, y lo hicieron saber
                                            á los otros; y ni aun á
                                            ellos creyeron.
                                          Finalmente
                                            se apareció á los once
                                            mismos, estando sentados á
                                            la mesa, y censuróles su
                                            incredulidad y dureza de
                                            corazón, que no hubiesen
                                            creído á los que le habían
                                            visto resucitado." (Marcos,
                                              16: 9-14) 
                                          “Yo soy la
                                            resurrección y la vida: el
                                            que cree en mí, aunque esté
                                            muerto, vivirá.”
                                          “Y todo
                                            aquel que vive y cree en mí,
                                            no morirá eternamente.
                                            ¿Crees esto?” (Juan 11:
                                              25-26). 
                                        
                                        ¡Vivimos en
                                          CRISTO y tenemos FE Verdadera
                                          en nuestro Señor (ADONAY)
                                          Jesús el Cristo Vivo y 
                                          Resurrecto y en el CRISTO
                                          Interior!
                                        ¡Tenemos FE
                                          Verdadera en que nuestro Señor
                                          JESÚS EL CRISTO y el CRISTO
                                          Interior, es la Resurrección y
                                          la Vida!
                                        ¡Nuestra FE
                                          Verdadera está Firmemente
                                          establecida en la Conciencia
                                          CRISTO y en la Sagrada Gnosis
                                          Cristiana y Eterna!
                                        Hace ya cerca
                                          de dos años, el Miércoles, 14
                                          de Julio del Año 2010, en una
                                          visita que nos hizo en Su
                                          Cuerpo Astral el Bendito y
                                          Adorable Salvador del Mundo,
                                          aquí en el Hogar donde ahora
                                          moramos, y estando también
                                          conscientemente en mi Cuerpo
                                          Astral, me dijo:
                                        "¡Dí a tus
                                              hermanos y a Mis hermanos
                                            que tengan Fe en Mí y serán
                                            libres"!
                                        Así fueron los
                                          detalles de esta Sublime
                                          Vivencia:
                                        
                                          Águila
                                            dorada, celestial mensajera
                                            de las Misericordias del
                                            Padre, del Santo, Bendito
                                            Sea, del Dios de Israel,
                                            Ángel de Su verdad y Su
                                            Espíritu Santo, que
                                            descendiendo de las alturas
                                            más elevadas, en raudo vuelo
                                            presto llegaste acudiendo a
                                            nuestras súplicas, a nuestro
                                            llamado; y volando en
                                            círculos hacia la derecha
                                            (*), pasaste por encima de
                                            quienes, en éxtasis místico,
                                            contemplábamos admirados tus
                                            resplandecientes alas
                                            doradas y escuchábamos
                                            asombrados tus gritos, a
                                            medida que velozmente a
                                            nuestra humilde morada te
                                            acercabas...
                                          (*)
                                              Hacia la derecha en
                                              sentido horario.
                                          Algunos
                                            instantes después de esta
                                            visión extra corpórea,
                                            astral, del Águila dorada,
                                            Espíritu Santo y Mensajera
                                            del Padre, y el Ángel de Su
                                            Verdad, Su "Sagrada
                                            Shejináh", tuvimos la dicha
                                            y la honra más grande que a
                                            un simple y humilde mortal,
                                            el Cielo, por gracia, le
                                            pueda dar...
                                          Apareció
                                            luego, en nuestro humilde
                                            hogar nuestro Señor Jesús el
                                            Cristo con vestiduras de
                                            colores blanco y café claro
                                            (marrón, castaño o carmelita
                                            claro), con su cabellera y
                                            barba nazarenas, igual a mi
                                            estatura, que era su
                                            semejanza, y con Palabras
                                            llenas de ternura y de
                                            infinito Amor, "boca a boca"
                                            hablándome "con claridad, y
                                            no en enigmas", recibí "el
                                            mensaje divino estando de
                                            pie y con todos" mis
                                            "sentidos no menoscabados, y
                                            lo" comprendí "plenamente,
                                            como está escrito: 'del todo
                                            manifiestamente, y no en
                                            palabras oscuras'..."
                                              (Números XII, 8.,) y
                                            me dijo:
                                          "Dí a tus
                                            Hermanos y a mis Hermanos
                                            que tengan Fe en Mí y serán
                                            Libres..."
                                        
                                        *** 
                                        Mientras
                                          escribo estos Testimonios, me
                                          viene ahora al recuerdo, una
                                          Vivencia muy real que tuve en
                                          un Desdoblamiento Astral
                                          consciente, con nuestro Señor
                                          Jesús el Cristo Vivo, en el
                                          Monte de los Olivos...
                                        Estando en
                                          una reunión personal, privada,
                                          con nuestro Venerable y Amado
                                          Maestro Rabolú, mi Esposa y mi
                                          persona, el día 22 de Octubre
                                          del año de 1996, en la
                                          antesala de su Oficina de la
                                          Sede Coordinadora del
                                          Movimiento Gnóstico, en
                                          Santafé de Bogotá, en
                                          Colombia, entregándonos las
                                          siguientes Enseñanzas, nos
                                          dijo nuestro Venerable y Amado
                                          Maestro Rabolú: 
                                        
                                          "El paso por
                                            las brasas encendidas al
                                            rojo vivo por las que usted
                                            pasó caminando tres veces,
                                            es la Prueba del Fuego, y la
                                            pasó muy bien. Lo hicieron
                                            pasar varias veces,
                                            probándole la obediencia.."
                                          "¡La Prueba
                                            del Fuego se la siguen
                                            tirando a uno hasta en la
                                            Segunda Montaña!"
                                          Era ya de
                                            noche, pero el Venerable
                                            Maestro Rabolú nos autorizó
                                            para quedarnos un poco
                                            más... Estaba muy especial
                                            con nosotros, tratándonos
                                            con mucho Cariño... Le
                                            relaté detalladamente un
                                            Desdoblamiento Astral que
                                            hacía ya bastante tiempo
                                            había tenido, y sentí que
                                            ese era el momento para
                                            decírselo al Maestro y
                                            solícitarle sus
                                            Orientaciones:
                                          "En un
                                            Desdoblamiento Astral
                                            Consciente, me ví en la Cima
                                            de una Montaña y desde esa
                                            Cima me lancé a volar sobre
                                            un Monte lleno de Olivares
                                            muy Verdes. Volé por entre
                                            este Monte de los Olivos y
                                            llegué a un claro del
                                            bosque, en el que había un
                                            lugar de Oración, un
                                            Oratorio. Llegué llamando
                                            con Fuerza al Venerable
                                            Maestro Jesús El Cristo,
                                            diciendo: "¡Jesús Cristo!,
                                            ¡Jesús Cristo!, ¡Jesús
                                            Cristo!"..., y luego lo vi
                                            aparecer desde el fondo del
                                            Oratorio... Vino hacia mí
                                            caminando con pasos cadentes
                                            y majestuosos... Su túnica
                                            Azul, estaba cubierta por un
                                            Manto Rojo que se movía por
                                            la acción del viento... Al
                                            acercarse a mí, me hinqué de
                                            rodillas, suplicándole que
                                            me perdonara mis pecados...
                                            ÉL se acercó envolviéndome
                                            con su Mano Derecha y
                                            cubriéndome con su Manto
                                            Rojo... Extasiado de júbilo
                                            y con inmensa alegría, le
                                            dije: "¡¡¡Te Serviré
                                            Siempre!!!" Y luego le
                                            pregunté: "¿Qué debo hacer?"
                                            Y JESÚS EL CRISTO, mirándome
                                            fija y directamente, y con
                                            palabras silenciosas me dijo
                                            qué era lo que tenía qué
                                            hacer... En el fondo y a la
                                            entrada del Oratorio del
                                            Venerable Maestro JESÚS EL
                                            CRISTO, vi que Su Estandarte
                                            ondeaba victorioso
                                            moviéndose al ritmo de la
                                            suave brisa de aquel Monte
                                            Sagrado..."
                                          Mientras le
                                            estaba relatando al Maestro
                                            esta Experiencia Consciente
                                            en los Mundos Internos,
                                            pudimos notar que nuestro
                                            Venerable y Amado Maestro
                                            Rabolú estaba muy
                                            emocionado, pues estaba
                                            llorando... Y al terminar de
                                            decírsela, nuestro Venerable
                                            y Amado Maestro Rabolú muy
                                            emocionado, y con lágrimas
                                            en los ojos, nos dijo:
                                          "Esa
                                            experiencia es Real, y el
                                            Maestro JESÚS no pronunció
                                            palabras, porque con la
                                            mirada le estaba hablando
                                            Intuitivamente a usted,
                                            diciéndole que usted sabía
                                            lo que tenía o tiene qué
                                            hacer... Así hablan los
                                            Maestros, Intuitivamente...
                                            Sí, usted se Desdobló al
                                            Monte de los Olivos y ahí se
                                            encuentra el Maestro
                                            JESÚS... ÉL es muy
                                            Amoroso... Cuando voy en
                                            carro por ahí y veo Árboles
                                            de Olivos, hago parar el
                                            carro y me bajo a deleitarme
                                            mírándolos, porque siento
                                            una alegría muy grande, algo
                                            tan grande que no sé
                                            explicarlo... El Árbol de
                                            Olivo es el Árbol que más
                                            alegría me produce, una
                                            sensación muy agradable, muy
                                            especial, algo muy
                                            grande..."
                                          Entonces le
                                            dije:
                                          "Maestro qué
                                            grandioso fuera que Usted
                                            pudiera allá en su casa,
                                            tener su propio Huerto de
                                            Olivos..."
                                          Y el
                                            Venerable Maestro Rabolú no
                                            me respondió, pero me miró
                                            en silencio por algunos
                                            instantes...
                                          Y luego nos
                                            dijo: "¡Tengo muchas
                                            Esperanzas en ustedes...!
                                            ¡Sigan así como van que
                                            tengo muchas Esperanzas...!"
                                          
                                          ***
                                        
                                        Nuestro Señor
                                          JESÚS EL CRISTO Vive con su
                                          mismo Cuerpo Físico Inmortal y
                                          Resurrecto en Estado de Jinas,
                                          en la Cuarta Dimensión, y
                                          puede hacerlo Visible y
                                          Tangible Físicamente en
                                          cualquier lugar del Planeta. 
                                          
                                        
                                        
                                          - IV -
                                              Testimonio Fiel y
                                              Verdadero del Cristo Vivo
                                              y Resurrecto en nuestro
                                              Señor Jesús el Cristo por
                                              nuestro Venerable y Amado
                                              Maestro Samael Aun Weor el
                                              Avatara de Acuario y el
                                              Quinto Ángel del
                                              Apocalipsis: 
                                          “El cuerpo
                                            físico de Jesús fue
                                            sumergido dentro de los
                                            mundos internos, quedó en
                                            estado de Jinas; la tumba
                                            quedó vacía."
                                            
                                            “Pedro corrió al sepulcro y
                                            como miró dentro, vio solo
                                            los lienzos echados y se fue
                                            maravillándose de lo que
                                            había sucedido". 
                                          "El cuerpo
                                            de Jesús fue tratado con las
                                            drogas aromáticas y los
                                            ungüentos sagrados, luego
                                            penetró por la glándula
                                            pineal astral del Maestro,
                                            así quedó resucitado con su
                                            cuerpo, que en estado de
                                            Jinas pudo hacerse visible y
                                            tangible a los discípulos de
                                            Emaús." 
                                          “Y aconteció
                                            que estando sentado con
                                            ellos a la mesa, tomando el
                                            pan, bendijo y partió y
                                            dioles". 
                                            Entonces fueron abiertos los
                                            ojos de ellos, y le
                                            conocieron; mas él se
                                            desapareció de los ojos de
                                            ellos".
                                           "A los
                                              once les parecía imposible
                                              que Jesús hubiera
                                              resucitado, y cuando él se
                                              puso en medio de ellos, y
                                              les dijo: Paz a vosotros.
                                              Entonces ellos espantados
                                              y asombrados pensaban que
                                              veían espíritu;
                                              sencillamente porque les
                                              parecía imposible que un
                                              cadáver pudiera tener
                                              vida; "Mas él les dice:
                                              ¿por qué estáis turbados y
                                              suben pensamientos a
                                              vuestros corazones?".
                                              "Mirad mis manos y mis
                                              pies, que yo mismo soy;
                                              palpad y ved; que el
                                              espíritu ni tiene carne ni
                                              huesos como veis que tengo
                                              yo"; y para acabar de
                                              probarles que tenía cuerpo
                                              de carne y hueso comió con
                                              ellos a la mesa". 
                                          "Más tarde
                                            el Maestro se fue para el
                                            Tíbet oriental." 
                                          "Él enseñó y
                                            demostró, a la humanidad la
                                            doctrina de la resurrección
                                            de los muertos. Practicando
                                            magia sexual, adorando a la
                                            mujer, sabiendo querer, 
                                              todo ser humano puede
                                              llegar a las elevadísimas
                                              cumbres de la
                                              resurrección."  
                                          
                                          (...) 
                                          "La
                                            Schambala es un país secreto
                                            del Tíbet oriental, allí
                                            vive actualmente Jesús el
                                            Cristo con su mismo cuerpo
                                            físico resucitado; allí
                                            tiene también su templo de
                                            misterios; ese país se halla
                                            en estado de Jinas, allí
                                            existen los principales
                                            monasterios de la Logia
                                            Blanca."
                                          "Allí viven
                                            muchos Maestros cuyos
                                            cuerpos datan de edades
                                            antiquísimas, y están en
                                            estado de Jinas. Cuando
                                            Jesús caminó sobre las aguas
                                            llevaba el cuerpo en estado
                                            de Jinas, cualquier
                                            discípulo puede viajar en
                                            igual forma. El discípulo se
                                            adormece ligeramente, y
                                            luego lleno de fe se
                                            levantará de su lecho como
                                            un sonámbulo conservando el
                                            sueño, luego dará un saltito
                                            con la intención de
                                            sumergirse en los mundos
                                            suprasensibles, al saltar
                                            flotará en el ambiente, eso
                                            se llama estado de Jinas,
                                            así se flota en el espacio y
                                            se camina sobre las aguas,
                                            algunos triunfan
                                            inmediatamente, otros tardan
                                            meses y hasta años." 
                                          "En todos
                                            los rincones del mundo hay
                                            monasterios de la Logia
                                            Blanca en estado de Jinas.
                                            En cuerpo astral o en Jinas,
                                            nuestros discípulos pueden
                                            visitar la Schambala y
                                            hablar con el Cristo; Un
                                            camino del nordeste sale de
                                            la ciudad de Gandhara hasta
                                            llegar a los ríos Sita y
                                            Bhastani, tras estos dos
                                            ríos se encuentran las 2
                                            columnas sagradas; luego hay
                                            un lago en donde un anciano
                                            iniciado guía al caminante
                                            hasta el país secreto,
                                            Schambala; con este país
                                            jamás darán los profanos;
                                            pues está muy
                                            oculto."             
                                          
                                          "Jesús el
                                            Cristo volverá en el cenit
                                            de Acuario con su mismo
                                            cuerpo que resucitó y aún
                                            conserva en estado de
                                            Jinas."
                                          "Más tarde
                                            el Maestro volverá en el
                                            continente Antártico, para
                                            iluminar a la sexta raza de
                                            Koradhi."
                                          "Mucho más
                                            tarde volverá para instruir
                                            a la séptima raza."
                                          "Él es el
                                            Salvador del mundo,
                                            realmente el único que puede
                                            salvarnos, es el
                                            resplandeciente y luminoso
                                            Yo Soy. Jesús el Cristo
                                            trajo la doctrina del Yo Soy
                                            y por eso Él es el
                                            Salvador…” (Del Libro
                                              “Misterios Mayores” de
                                              nuestro Venerable y Amado
                                              Maestro Samael Aun Weor).
                                            
                                        
                                        - V -
                                          CRISTO RESUCITÓ AL TERCER DÍA
                                        
                                        
                                          "Cristo fué
                                            muerto por nuestros pecados
                                            conforme á las Escrituras; Y
                                            que fué sepultado, y que
                                            resucitó al tercer día,
                                            conforme á las Escrituras; Y
                                            que apareció á Cefas, y
                                            después á los doce."
                                          "Después
                                            apareció á más de quinientos
                                            hermanos juntos; de los
                                            cuales muchos viven aún, y
                                            otros son muertos Después
                                            apareció á Jacobo; después á
                                            todos los apóstoles. Y el
                                            postrero de todos, como á un
                                            abortivo, me apareció á
                                            mí.”  (1 Corintios 15,
                                            3-8).
                                        
                                        ***
                                        
                                        
                                          "Y COMO pasó
                                            el sábado, María Magdalena,
                                            y María madre de Jacobo, y
                                            Salomé, compraron drogas
                                            aromáticas, para venir á
                                            ungirle.
                                          Y muy de
                                            mañana, el primer día de la
                                            semana, vienen al sepulcro,
                                            ya salido el sol.
                                          Y decían
                                            entre sí: ¿Quién nos
                                            revolverá la piedra de la
                                            puerta del sepulcro?
                                          Y como
                                            miraron, ven la piedra
                                            revuelta; que era muy grande
                                          Y entradas
                                            en el sepulcro, vieron un
                                            mancebo sentado al lado
                                            derecho, cubierto de una
                                            larga ropa blanca; y se
                                            espantaron.
                                          Más él les
                                            dice: No os asustéis:
                                            buscáis á Jesús Nazareno, el
                                            que fué crucificado;
                                            resucitado há, no está aquí;
                                            he aquí el lugar en donde le
                                            pusieron.
                                          Mas id,
                                            decid á sus discípulos y á
                                            Pedro, que él va antes que
                                            vosotros á Galilea: allí le
                                            veréis, como os dijo.
                                          Y ellas se
                                            fueron huyendo del sepulcro;
                                            porque las había tomado
                                            temblor y espanto; ni decían
                                            nada á nadie, porque tenían
                                            miedo.
                                          Mas como
                                            Jesús resucitó por la
                                            mañana, el primer día de la
                                            semana, apareció
                                            primeramente á María
                                            Magdalena, de la cual había
                                            echado siete demonios.
                                          Yendo ella,
                                            lo hizo saber á los que
                                            habían estado con él, que
                                            estaban tristes y llorando.
                                          Y ellos como
                                            oyeron que vivía, y que
                                            había sido visto de ella, no
                                            lo creyeron.
                                          Mas después
                                            apareció en otra forma á dos
                                            de ellos que iban caminando,
                                            yendo al campo.
                                          Y ellos
                                            fueron, y lo hicieron saber
                                            á los otros; y ni aun á
                                            éllos creyeron.
                                          Finalmente
                                            se apareció á los once
                                            mismos, estando sentados á
                                            la mesa, y censuróles su
                                            incredulidad y dureza de
                                            corazón, que no hubiesen
                                            creído á los que le habían
                                            visto resucitado.
                                          Y les dijo:
                                            Id por todo el mundo;
                                            predicad el evangelio á toda
                                            criatura.
                                          El que
                                            creyere y fuere bautizado,
                                            será salvo; mas el que no
                                            creyere, será condenado."
                                            (Marcos 16: 1-16).
                                        
                                        ***
                                        
                                        
                                          “Varones
                                            hermanos, se os puede
                                            libremente decir del
                                            patriarca David, que murió,
                                            y fué sepultado, y su
                                            sepulcro está con nosotros
                                            hasta del día de hoy.
                                          Empero
                                            siendo profeta, y sabiendo
                                            que con juramento le había
                                            Dios jurado que del fruto de
                                            su lomo, cuanto á la carne,
                                            levantaría al Cristo que se
                                            sentaría sobre su trono;
                                          Viéndolo
                                            antes, habló de la
                                            resurrección de Cristo, que
                                            su alma no fué dejada en el
                                            infierno, ni su carne vió
                                            corrupción.
                                          A este Jesús
                                            resucitó Dios, de lo cual
                                            todos nosotros somos
                                            testigos.
                                          Así que,
                                            levantado por la diestra de
                                            Dios, y recibiendo del Padre
                                            la promesa del Espíritu
                                            Santo, ha derramado esto que
                                            vosotros veis y oís.
                                          Porque David
                                            no subió á los cielos;
                                            empero él dice: Dijo el
                                            Señor á mi Señor: Siéntate á
                                            mi diestra,
                                          Hasta que
                                            ponga á tus enemigos por
                                            estrado de tus pies.
                                          Sepa pues
                                            ciertísimamente toda la casa
                                            de Israel, que á éste Jesús
                                            que vosotros crucificasteis,
                                            Dios ha hecho Señor y
                                            Cristo.”  (Hechos 2:
                                            29-36). 
                                          ***
                                          
                                          “Cuanto á
                                            Jesús de Nazaret; cómo le
                                            ungió Dios de Espíritu Santo
                                            y de potencia; el cual
                                            anduvo haciendo bienes, y
                                            sanando á todos los
                                            oprimidos del diablo; porque
                                            Dios era con él.
                                          Y nosotros
                                            somos testigos de todas las
                                            cosas que hizo en la tierra
                                            de Judea, y en Jerusalem; al
                                            cual mataron colgándole en
                                            un madero.
                                          A éste
                                            levantó Dios al tercer día,
                                            é hizo que apareciese
                                            manifiesto,
                                          No á todo el
                                            pueblo, sino á los testigos
                                            que Dios antes había
                                            ordenado, es á saber, á
                                            nosotros que comimos y
                                            bebimos con él, después que
                                            resucitó de los muertos.
                                          Y nos mandó
                                            que predicásemos al pueblo,
                                            y testificásemos que él es
                                            el que Dios ha puesto por
                                            Juez de vivos y muertos.
                                          A éste dan
                                            testimonio todos los
                                            profetas, de que todos los
                                            que en él creyeren,
                                            recibirán perdón de pecados
                                            por su nombre.”  (Hechos
                                              10: 38-43). 
                                          ***
                                          
                                          “… Cristo
                                              resucitó de los muertos
                                              por la gloria del Padre,…” 
                                            (Romanos 6: 4). 
                                          ***
                                          
                                          ¿Quién
                                            acusará á los escogidos de
                                            Dios? Dios es el que
                                            justifica.
                                          ¿Quién es el
                                            que condenará? Cristo es el
                                            que murió; más aún, el que
                                            también resucitó, quien
                                            además está á la diestra de
                                            Dios, el que también
                                            intercede por nosotros.
                                          ¿Quién nos
                                            apartará del amor de Cristo?
                                            tribulación? ó angustia? ó
                                            persecución? ó hambre? ó
                                            desnudez? ó peligro? ó
                                            cuchillo?
                                          Como está
                                            escrito: Por causa de ti
                                            somos muertos todo el
                                            tiempo: Somos estimados como
                                            ovejas de matadero.
                                          Antes, en
                                            todas estas cosas hacemos
                                            más que vencer por medio de
                                            aquel que nos amó.
                                          Por lo cual
                                            estoy cierto que ni la
                                            muerte, ni la vida, ni
                                            ángeles, ni principados, ni
                                            potestades, ni lo presente,
                                            ni lo por venir,
                                          Ni lo alto,
                                            ni lo bajo, ni ninguna
                                            criatura nos podrá apartar
                                            del amor de Dios, que es en
                                            Cristo Jesús Señor
                                            nuestro.”   (Romanos
                                              8: 33-39) 
                                          ***
                                          
                                          “Porque
                                              si creemos que Jesús murió
                                              y resucitó, así también
                                              traerá Dios con él á los
                                              que durmieron en Jesús." 
                                            (1 Tesalonicenses, 4:
                                              14). 
                                          ***
                                          
                                          "Y de que
                                            los muertos hayan de
                                            resucitar, ¿no habéis leído
                                            en el libro de Moisés cómo
                                            le habló Dios en la zarza,
                                            diciendo: Yo soy el Dios de
                                            Abraham, y el Dios de Isaac,
                                            y el Dios de Jacob?
                                          No es Dios
                                            de muertos, mas Dios de
                                            vivos; así que vosotros
                                            mucho erráis.”  (Marcos,
                                              12: 26-27).
                                          
                                        
                                        - VI -
                                          Testimonios de Sir Isaac
                                          Newton y de Albert Einstein
                                          sobre nuestro Señor Jesús El
                                          Cristo 
                                        
                                          "… a los
                                            adversarios (…) que negaron
                                            la resurrección (…) los
                                            estiman entre los cristianos
                                            como a los Saduceos entre
                                            los Judíos…" (Sir Isaac
                                              Newton).
                                        
                                        ***
                                        
                                          "ÉL
                                              fue declarado ser el Hijo
                                              de Dios con poder de
                                              acuerdo al espíritu de
                                              Santidad por la
                                              resurrección de los
                                              muertos." Rom 1.4"
                                            (Sir Isaac Newton).
                                        
                                        *** 
                                        
                                          "Lo que la
                                            humanidad debe a Buda,
                                            Moisés y Jesús es mucho más
                                            importante que (...) las
                                            investigaciones realizadas
                                            por las mentes de
                                            científicos."
                                          "... no
                                            olvidemos que el
                                            conocimiento y las aptitudes
                                            técnicas no llevan a la
                                            humanidad a una vida digna y
                                            feliz. La humanidad tiene
                                            todo su derecho a colocar a
                                            aquellos que expresan
                                            valores morales por encima
                                            de aquellos que descubren la
                                            realidad objetiva. Lo que la
                                            humanidad debe a Buda,
                                            Moisés y Jesús es mucho más
                                            importante que (...) las
                                            investigaciones realizadas
                                            por las mentes de
                                            científicos.  La
                                              humanidad debe defender
                                              con todas sus fuerzas las
                                              enseñanzas de estos
                                              grandes hombres si no
                                              quiere perder su "raison
                                              d'etre", la certidumbre de
                                              su destino y la alegría de
                                              su existencia." (Albert
                                              Einstein).
                                          
                                          - VII -
                                            Invitación
                                        
                                        Invitamos
                                          a nuestros Amables Lectores a
                                          Leer y a Estudiar la Síntesis
                                          completamente Práctica de las
                                          Sagradas Enseñanzas de La
                                          Gnosis del Cristo en el
                                          Trabajo titulado: "Los Tres
                                              Factores de la Revolución
                                              de la Conciencia".
                                        
                                        ¡QUE VIVA EL
                                          CRISTO!
                                          ¡QUE VIVA EL CRISTO!
                                          ¡QUE VIVA EL CRISTO! 
                                        Semana Santa, 
                                          Domingo de Resurrección del 8
                                          de Abril del Año 2012.
                                        
                                          "¡Que
                                              todos los Seres sean
                                              Felices!" 
                                              "¡Que todos los Seres sean
                                              Dichosos!" 
                                              "¡Que todos los Seres sean
                                              en Paz!"
                                          
                                            De todo
                                              Corazón,
                                              Para toda la Pobre
                                              Humanidad Doliente, 
                                              Luis Bernardo Palacio
                                              Acosta
                                              Bodhisattwa del V.M.
                                              Thoth-Moisés
                                          
                                          Index
                                              
                                                Guía Práctica del
                                                Estudiante Gnóstico
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